Thursday, July 2, 2009

Algunas de las historias que he disfrutado cubriendo...


Foto tomada por Pedro Díaz, fotógrafo del periódico El Nuevo Herald.

Ser reportera es vivir una aventura a diario. Es ir al trabajo sin saber la mayoría de las veces qué vas a hacer, dónde vas a ir, ni a quién vas a entrevistar.
A la hora de hablar de las historias que me ha tocado reportar, comenzaré por mencionar que me encantó cubrir las visitas del actual presidente estadounidense a Miami. Desde la primera vez que ví y escuché hablar a Barack Obama en el teatro que queda por Flagler, en pleno corazòn de la Pequeňa Habana, hasta la última vez que lo vi en el Parque Bicentenario en Downtown Miami, la adrenalina siempre me acompañó.


Fotografía tomada por Gilberto Gutiérrez

Yo emigré a los Estados Unidos cuando tenía 12 aňos de edad y al verme cubriendo unas elecciones presidenciales en mi país adoptivo, tomé mayor conciencia de la cantidad de oportunidades maravillosas que aquí he recibido; empezando por la universidad gratuita en la que estudié lo que quise y culminando por el trabajo, donde ejercí lo que estudié. No como en Cuba, donde los estudios son “gratis” pero sólo vienen una, o dos plazas de la carrera que uno quiere estudiar por provincia. Además de que si no se es del partido comunista, es mejor ni soňar con ir a la universidad. Compartí mi emoción de ser parte de un proceso gubernamental estadounidense con algunos colegas allí presentes y muchos no me entendieron del todo. Me alegré por ellos. Obviamente no habían visto, ni tenido que pasar el trabajo que personas en otros países pasan, sólo por querer vivir, estudiar, ejercer sus carreras y desarrollarse.





Con 24 aňos yo era la reportera más joven cubriendo la visita de Obama al parque Bicentenario en downtown Miami. Qué dichosa me sentí! Me esforcé excesivamente tomando notas sobre todo lo que Michelle y Barack Obama dijeron durante el evento, e inevitablemente recordé la primera vez que ví y escuché a Obama. La realidad es que en aquel entonces la mayoría de los presentes no creían que Obama tenía oportunidades de ganar la nominación presidencial por el partido demócrata, mucho menos la presidencia. Ninguno de los candidatos demócratas habían sido eliminados todavía y entre ellos estaba la ex primera dama, esposa aún y a pesar de, de uno de los presidentes más populares que ha tenido Estados Unidos. Recuerdo que era un sábado y frente al auditorio donde Obama se presentaba, habían manifestaciones de cubanos en contra de la política demócrata que proclamaba.

Este día viendo a Obama hablar en el parque Bicentenario, con la icónica Torre de la Libertad en el fondo, tuve menos dudas que nunca de que resultaría ganador y no pude más que maravillarme ante la increíble maquinaría de publicistas que lo habían llevado a ese punto, tan lejos del que estaba cuando lo ví por primera vez en el James L. Knight Center de la Pequeňa Habana, abuchado por los cubanos republicanos que exhibían letreros de NO al levantamiento del embargo y las sanciones. Muchos de los hijos y nietos de esos mismos cubanos votaron por Obama y contribuyeron a que se sentase finalmente en la silla presidencial.
Definitivamente se escribirán muchos libros, como ya se ha hecho y se hablará aún más sobre la magistral campaňa publicitaria que tuvo Obama como candidato. A alguien se le tiene que haber ocurrido que lo mejor fuese que él entrase siempre al escenario corriendo, alegre, saludando a los presentes y espectadores. Ese atletismo de Obama, su dinamismo constante contrarrestaron tanto la lentitud y falta de espontaneidad de McCain que mientras más veces vi a Obama subir a la tribuna, menos dejó de ser para mí un misterio de que hasta ese pequeño detalle había sido fríamente calculado.

Otro día inolvidable como reportera fue en el que senté a hablar y entrevistar a Arturo Sándoval en su camerino, después de haberlo escuchado tocar magistralmente en el Deauville y comprobar que era cierto lo que su publicista me había dicho: Los grandes de verdad son sencillos. Arturo me pidiò permiso para fumarse un tabaco mientras nos daba la entrevista. Habló sobre todo con humildad y mencionó varias veces a su esposa. Definitivamente y tal y como la película que Andy García le hizo lo demuestra, ella es el amor de su vida. Arturo la culpa de todo su éxito.



Ese día en el Deauville no me pude tirar fotos con Arturo Sándoval. Un aňo después lo ví en el homenaje anual que dan los familiares de los Hermanos al Rescate cuando se conmemoran aňos de la caída de las avionetas y me pude tomar esta fotografía. Toda reportera debe cargar con su propia cámara de fotos para guardarse sus propios recuerdos.

Me encantó grabar y ver a los reyes de España visitando el festival de comida y vinos de Miami Beach. Por más que intenté no pude sacarles ni una palabra. Al contrario, experimenté por primera vez lo que era ser atropellada por la guardia de seguridad de la realeza.




Otra aventura reportando fue lograr entrar a la conferencia de prensa de George W. Bush en el Intercontinental Hotel, cuando éste era aún presidente, sin tener credenciales para dicho evento, ni estar en ninguna lista. Pude entrar gracias a una de las publicistas de la Universidad de Miami.
Aprendí una lecciòn de ese día: uno nunca sabe cual persona lo puede ayudar. Gracias a una publicista que había conocido en la Universidad de Miami cuando hice una serie sobre la seguridad en los recintos universitarios, pude pasar los sensores de seguridad del Departamento de Prensa de la Casa Blanca. Segunda lección: siempre trae la cámara al trabajo. No tengo fotos de ese divertido día porque se me olvidò.

Otro día cubrí la convención de los gobernadores republicanos (2008) y conocí a la ex-candidata vicepresidencial Sarah Palin en persona. Noté su carisma y coquetería en persona. Escuché su discurso completo, en vivo y en directo, no sólo los bites que salen en la tele. La ví hablar y concluí que no es tan alta como aparentaba ser en el televisor. También me pareciò exagerado su maquillaje. Sarah se había arreglado digna de una diva de la televisión, o actriz de cine. Es una mujer linda. Es delgada y no mide más de 5 pies y 6 pulgadas. Ella no se hospedó en el Intercontinental como hicieron los gobernadores republicanos que asistieron a la convención. Su esposo y ella prefirieron quedarse en el hotel Mandarín.





A mí me fascina viajar, pero me llena de más o igual satisfacción traerles a los que no pueden ir conmigo miradas de otras culturas, historia y las formas de las que la gente vive en otras partes del mundo. Por ello cuando mi hermana se casó en Panamá, me llevé mi cámara de video, un micrófono que algunas veces me fallaba y mucho entusiasmo para traer no sabía yo cuál historia. Regresé con suficiente material como para realizar una serie de tres partes. En la primera mostraba el canal de Panamá, en la segunda el barrio Chorrillo (impresionante porque allí todavía se ven las marcas de las balas en las paredes de cuando los estadounidenses invadieron el país para sacar a Noriega) y en la tercera parte mostre a los indígenas. Como yo estaba de vacaciones, el canal no me pagó por todo mi trabajo. Yo lo hice por el público y por mí, porque me llena de satisfacción compartir el mundo que veo con los demás. Hay pasiones que no tienen precio. Esa es la verdad.
Aqui estoy grabando el canal de Panama. Tuve que recurrir a ayuda cuando me correspondia a mi salir en camara. Cabe recalcar que mi camarografo no era profesional. Nunca habia grabado algo para la television. El resto del material lo grabe yo sola.



Grabando en el Chorrillo...

Tuve excelentes productores voluntarios entre los panameňos.