Thursday, January 29, 2009

El 21 de enero de 2009

Hoy, 21 de enero, Obama durmió, desayunó y se despertó por primera vez en la Casa Blanca, esa vivienda símbolo del poderío estadounidense que construyesen esclavos negros en 1792 y terminasen en los 1800s, que ahora un mulato con nombre musulman llamara hogar, como minimo por 4 años. Comenzamos hoy ya a ver sus prometidos cambios.

1- Se reunió con funcionarios para debatir sobre cuestiones militares, de seguridad nacional y el paquete de estímulo económico que estará listo para febrero.

2- Suspendió los juicios en el centro de detención de la base naval de Guantánamo, que tan mala publicidad le ha dado a Estados Unidos en los ojos del mundo.

3- Declaró su intención de cambiar el plan de rescate financiero para destinar más dinero a los pequeños negocios.

4- Y conversó por teléfono con cuatro prominentes líderes del Medio Oriente, señal de su serio compromiso por lograr paz entre Israel y los palestinos. Habló telefónicamente con el ministro de Israel, Ehud Olmert; el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas (Abu Mazen); el rey Abdalá II de Jordania, y el presidente de Egipto, Hosni Mubarak.

Y por último mi medida favorita, no necesariamente por el impacto práctico que pueda tener, sino por el mensaje psicológico que envía a la nación: congelar los salarios de funcionarios que ganan más de 100, 000 dólares en la Casa Blanca.

El 20 y 21 de enero de 2009 son días que recordaré y de los que hablaré a mis hijos. Al hablar de los ataques del 11 de septiembre contaré que cursaba mi 11 grado de high school y ví la tragedia en la escuela, a traves del televisor de un aula de arte, creyendome todo el tiempo que se trataba de un filme de acción y no de la realidad. Mi amigo Arturo y yo lo vimos juntos, ninguno podía creerlo, menos entender el por que. Estoy segura que me decidí a estudiar periodismo dos años más tarde para mantenerme al tanto de las noticias, investigar y dedicarme a estudiar y a aprender por qué ocurrian en el mundo las cosas que ocurren.

Volviendo al tema, al hablar y rememorar dónde y qué hice yo ayer y hoy, deberé contar que el 20 de enero vi gente llorando de la emoción en el Adrianne Arscht Center (downtown Miami), tras la juramentación de Obama. Que me conmovió entrevistar a un señor afroamericano con la cabeza llena de canas, que me dijo estar feliz de estar vivo para ver un momento que nunca creyó llegaría. La sonrisa y la manera encarecida en que me repitió varias veces estar contento y feliz solo de estar vivo para vivirlo, no la olvidaré.

Creo que en el mundo de nuestros hijos será común tener afroamericanos y mujeres fungiendo como presidentes de los Estados Unidos y el mundo. Yo le hablaré a mis hijos de un momento en la historia en que el país más poderoso de ese entonces padecía conflictos económicos y morales y los demás países a su alrededor sufrían las consecuencias y se encarecian con el. Les hablare de un hombre calmado, con mensajes de fuerza y fe, le devolvió a muchos la esperanza en un futuro mejor. Basto un hombre que hablara, que le recordara a su país y al mundo que todos podíamos si queríamos hacer un mundo mejor, que no debíamos seguir quejandonos y sumirnos en la depresión financiera, que se podía hacer mucho a traves del trabajo voluntario, o ayudandonos a nosotros mismos, superandonos y estudiando. Basto un hombre asi para que muchos le creyeramos y decidieramos luchar.

Hablaré como muchos hablarán de ese hombre que el gran escritor brasilero Jose Saramago se preguntó “de dónde salió?” y añadió que de “una época en la que vivimos, cínica, desesperante, sombría y por mil aspectos terrible, ha engendrado una persona (es un hombre pero podría ser una mujer) que alza la voz para hablar de valores, de resonsabilidad personal y colectiva, de respeto por el trabajo y por el recuerdo de quienes nos precedieron… Concepto que, en otra época, fueron los cimientos de una sociedad humana mejor… en su discurso, nos dio razones para que no dejemos que se abuse de nosotros. El mundo puede ser mejor que ese otro al que parecíamos estar condenados..”(http://cuaderno.josesaramago.org/2009/01/20/de-donde/)

Maestro Saramago, aunque discrepo con su ideología comunista, admiro las que considero palabras lúcidas. Usted ha descrito en su cuaderno el modo en que yo, mujer de 24 años me siento y veo a muchos a mi alrededor sentirse.

No se sentirá tan anacrónico como un reloj digital en una obra shakespereana?


Cortesía de EFE

Hoy me tocó hacer un reportaje sobre el segundo día de Raúl Castro en Rusia. Escribí que el menor de los Castros llegó ayer a Vnukovo, una ciudad al sur de la capital rusa, donde hoy en día quedan pocos símbolos del pasado comunista del país, y no pude evitar preguntarme: si Raúl Castro se sentía en verdad, honesta y humanamente, con la fuerza, las convicciones y los bríos de seguir el legado de su hermano? Yo creo que no. Me pregunto si ambos pactaron con anterioridad y de ser así, desde hace cuántos años, que el poder pasaría a sus manos? Tengo fe en que algún día sabré la verdad.

Veo en estas fotos a un Raúl viejo, no sólo físicamente, sino mentalmente. Con ideas retrógradas y aferrándose a un pasado que no concuerda con la realidad cubana de la que hablan los activistas políticosSi en Rusia, valiéndose de su interprete no se sintió como un fósil prehistórico, o tan anacrónico como un reloj digital en una obra shakespereana?

Creo que el 2009 es el año en que la muerte de Fidel Castro se dará a conocer. Muchos creemos que "el comandante" morirá cuando el gobierno así lo desee y no cuando naturalmente pase. Yo soy de esa opinión. Las visitas de presidentes latinoamericanos a la isla a principios de este año, primero el panameño, después el ecuatoriano, la argentina, pronto la chilena, ahora Rusia y así sucesivamente, son preparativos para definir quiénes son los aliados y cómo van a ayudar a Raúl a mantenerse en el poder. Por el momento Rusia ya dio una gran ayuda, en noviembre de 2008 le concedió un crédito a la isla de $20 millones de dólares. Quién sabe si de esta visita salgan más préstamos jugosos para Cuba? Por cierto, qué rápido se acostumbró Raúl a la moda rusa? Como se puede ver arriba llegó sin gorro y aquí ya luce más acorde.


Cortesía Efe

Thursday, January 15, 2009

Tiempos interesantes los que me han tocado vivir…

Nací en la primavera del año 1984, 25 años después del triunfo de la Revolución Cubana y 22 años antes de que el tirano le cediera el poder a su hermano menor. De ese modo comencé a pensar y definir el contexto histórico social en que me tocó vivir, tal vez una época tan interesante como las anteriores, pero para mí, la más importante de todas por ser la partícula del tiempo en la que estuve presente y de la que fui testigo.

Mi infancia transcurrió entre juegos con muñecas viejas que habían pertenecido a mi madre y amigos imaginarios que venían a jugar conmigo en el cuarto de atrás de la casona de mis abuelos. Mis primas y yo nos bañábamos bajo la lluvia y cuando no se nos era permitido, mi abuela nos hacía lavarnos el pelo con agua de lluvia, porque “eso era bueno”. Jugábamos con mosquiteros, mi abuelo hacia turrón para los nietos, todos ayudábamos a pelar el maíz para después hacer tamales y harina dulce. La casona colonial de los abuelos fue protagonista de mi infancia. Años más tarde, en una clase universitaria de literatura, un profesor dijo que en la literatura latinoamericana, en especial la caribeña, siempre aparecía una casona colonial y yo me pregunté cómo no iba a hacer así, si casi todos asociábamos nuestra infancia con un caserón colonial, fresco y muchas veces de madera, a veces de dos pisos, con un pasillo largo y un jardín interior.

Tengo muchos recuerdos felices del tiempo en que viví Cuba, los 12 primeros años de mi vida. Sólo después me di cuenta que crecí sin creer en los reyes magos y mucho menos en Santa Claus, su equivalente anglosajón. A mi madre le tocó vivir la época en la que algunos niños cubanos todavía podían creer en los reyes, mas me cuenta que llegó el momento en que mi abuelo no podía regalarle a las tres, a sus dos hermanas y a ella, y les dejó un par de sandalias a cada una cuando habían pedido bicicletas. Cuenta también que una de mis tías se echó a llorar cuando vio aquello, pero lo peor ocurrió el año en que no recibieron regalos y mi abuela les explicó que los camellos se habían cansado, no encontraron qué comer y no habían llegado a Colón. El pueblo estaba y sigue estando rodeado de hierba. Pero se les explicó qué Egipto quedaba extremadamente lejos. No sé decir cuál fue el año exacto en que los reyes magos dejaron de llevarle regalos a los niños de Colón y de paso, a todos los niños de Cuba. Mas si yo hacemos una encuesta en la isla, no encontraremos un niño que crea en Papa Noel, reyes magos, ni Santa Claus. Puedo decir con plena seguridad, que ningún niño nacido en, o después del 84 creyó en los reyes magos. Tampoco recuerdo haber recibido regalos por navidad antes de los 12 años, edad en que salí de Cuba. Esa fue una acostumbre que adquirí en el exilio. En mi última navidad en la isla, pude tener y decorar a mi gusto por primera vez un arbolito de navidad. Ello gracias a que mi tía, quien visitaba Cuba proveniente de España, compró por dólares en la shopping.

Mi mamá dice que le hubiese gustado verme creer en los reyes magos. Ella tal vez hubiese podido complacer uno que otro capricho mío, pero no se atrevió a hacerlo, porque mis compañeros de aula me hubiesen dicho que no existían los tales reyes y que de existir, a ellos no les traían nada: “No podía decirte que habían reyes magos, cuando ningún niño creía en ellos. No todos los padres podían hacerle regalos a sus hijos” Sin ponerse de acuerdo, los padres cubanos parecieron llegar al consenso unánime de olvidar la tradición y pasaron a preocuparse por problemas más apremiantes como: qué puedo ponerles de comida en la mesa hoy a mis hijos?

Creo que me han tocado vivir tiempos muy interesantes. Aunque los mayores por ser más concientes los sufrieron más, recuerdo el mal llamado “período especial”, que no fue más que la crisis económica y alimenticia que provocó en Cuba la caída de la Unión Soviética en el 92. En esos años no se encontraba nada de comer en Cuba, por ninguna parte. Se pasó hambre y se tomó mucha agua con azúcar. Fui dichosa, no me recuerdo pasando hambre. Sí recuerdo haber tomado agua con azúcar.

Llegué a Miami joven. Aprendí inglés. Me gradué de high school aquí y después fui a la universidad. Los cubanos que llegan ahora me dicen cubanamericana, porque creen que he adoptado muchas de las costumbres de acá y los hijos de cubanos nacidos aquí me llaman cubanita. Tengo 24 años y he vivido tanto tiempo fuera de Cuba como adentro y he llegado a la conclusión que aunque me pase el resto de mi vida fuera de mi país, siempre seré de allí y siempre me autollamaré cubana.

Salí de Cuba en el 96. No pertenezco al llamado exilio histórico que se fue en los sesenta, ni a los cubanos del Mariel que llegaron en los ochenta. Tengo amigos “que saltaron el charco”, como decíamos álla, en los años noventa, durante el llamado éxodo de los balseros. Otros se ganaron la lotería de visas, o escaparon por terceros países y cruzaron la frontera. Esta es mi generación, la que estaba en Cuba cuando la canción “Arriba de la bola” se hizo por popular, la que bailó El carnavalito y La Macarena en las calles, la que veía “Voy a pedir pa’ ti lo mismo que tú pa mí” en Colorama. Me identifico con la gente que vio muñequitos rusos, Arcoiris musical, Pocholo y su pandilla, las aventuras de Lorencito, Los papaloteros, los aeróbicos con Rebecca y mil cosas más. Entiendo lo que significa escapar a otra realidad con las novelas brasileñas como Mujeres de arena, Doña bella, Felicidad y otras más.

Si regreso ahora Cuba, enseguida notan que no soy de allí. Si digo que soy cubana y me ven con un novio alemán, o americano se creen que fui jinetera. Esa realidad me insulta, me irrita, me pone lívida de rabia. Mas una de las ventaja de pertenecer a este espacio de tiempo en que me tocó vivir, es tener la posibilidad de ver en Cuba el cambio que mi abuelo tanto soñó y se murió sin ver: una isla capitalista, democrática, libre. Unas calles habaneras en las que se hable de todo y todo se pueda criticar. Una juventud con esperanza. Un pueblo que no quiera salir huyendo de la tierra que lo vió nacer. Una generación que crea y espere la llegado de los reyes magos.

Lo que más interesante me parece de los tiempos que me tocaron vivir es la posibilidad de estar viva para ver cambios.